Caro y Santi asomando en la camioneta
Nuestras vivencias

Vivir en camper: primera semana

Si mudarte de casa o de lugar de residencia es una situación movilizante, imagínate cambiar rotundamente tu estilo de vida para pasar a vivir en un camper, que además es super reducida. Sin embargo, estábamos muy felices de haber iniciado esta aventura.

Por otro lado, siempre que mirábamos blogs/cuentas de viajes, leíamos de las hermosas situaciones que vivían los viajeros, del tipo de experiencias que tenes que vivirlas para creerlas.

En este post te vamos a contar un resumen de lo que fue nuestra primera semana de viaje y viviendo en una casa con ruedas, donde pudimos disfrutar estas vivencias y además tiene muchas anécdotas. ¡No te lo pierdas!

En este post te contamos nuestra primera semana viviendo en el camper:

1. Día 1 – Día de la partida
2. Día 2 – Día de obsequios
3. Día 3 – Día de descanso
4. Día 4 – Gran día gran
5. Día 5 – Recuperando la paz
6. Día 6 – Día de pesca
7. Día 7 – Lluvia torrencial

Día 1 – Día de la partida

Caro y Santi cenando en el camper
Primera noche en el camper

El 06 de enero de 2020 comenzaba oficialmente nuestra aventura. Después de despedirnos con mi familia, encaramos viaje para Merlo. Debido a la intensidad de esos días y la ansiedad de comenzar la aventura, salimos super confiados y contentos. A los pocos kms nos dimos cuenta que no habíamos llenado el tanque y no estábamos seguro si íbamos a llegar jaja. Por suerte, de pasada por La Toma, cargamos combustible y no pasó más que eso (y si no hubiéramos cargado, probablemente llegábamos sin problemas).

Cuando nos íbamos, nos seguía un auto y nos tocaba bocina; no entendíamos qué pasaba. Era un chico que había visto nuestra nota en el diario y se acercó a sacarse una foto con nosotros. Nos super alegró y sorprendió la situación.

Al llegar a Merlo, nos dimos cuenta que se había quemado un foco de la camioneta. Por suerte, teníamos uno de repuesto.

LECCIÓN DEL DÍA
> Siempre revisa todo antes de salir: combustible y las 3A (decía mi abuelo): agua, aire y aceite.
> Siempre lleva focos de repuesto.

Día 2 – Día de obsequios

El plan del día era salir a conocer Merlo: como todas las mañanas, preparamos el mate y después de ordenar todo adentro, salimos hacia Pasos Malos. A los pocos kms escuchamos un ruido dentro del camper. Al llegar al lugar, abrimos la puerta: el mate caído en el piso, todo lleno de yerba.

Antes de irnos hacia el balneario, compramos pan en un puestito: el chico nos había visto venir desde el camper, y cómo vio que éramos viajeros nos regaló aceite de oliva y aceitunas. ¡No lo podíamos creer!

Más tarde, subimos al Mirador del Sol, y nos pusimos a ver los juegos de ingenio en un puesto. El dueño, que también nos había visto con el camper, nos regaló un juego y nos dijo “tienen que formar una T, cuando lo logren me envían una foto”.

De ahí nos fuimos hacia Mirador del Águila; en el camino nos cruzamos a un guía que nos pasó su mail y su teléfono porque tiene familia en Estados Unidos, para cuando lleguemos allá. 

A la noche regresamos hacia el centro a dormir. Cómo no sabíamos dónde parar y que fuera seguro, nos estacionamos frente al casino. Horas más tardes, nos dimos con que nos hicieron un acta porque la ordenanza municipal dice que ahí no se pueden estacionar motorhome. Me enojé mucho porque nunca nos avisaron que no estaba permitido, sino que directamente hicieron el acta.

LECCIONES DEL DÍA
> Siempre asegúrate de que no quede nada suelto antes de moverte.
> La gente es buena y quiere acompañarte desde lo que puede.
> Asegurarse de que dónde paras, esté permitido pernoctar.

Día 3 – Día de descanso

Al final, como el acta ya estaba hecha, nos dejaron pasar la noche ahí. Pero a la mañana temprano nos fuimos a buscar un lugar para desayunar sin tener problemas. Luego de eso, tuvimos que ir al Juzgado de Faltas a realizar un descargo: por suerte quedó en una amonestación y no pasó a mayores.

Repusimos el foco quemado y seguimos viaje hacia San Javier (Córdoba). Pasamos el día en un camping municipal (espectacular por cierto), donde hicimos nuestro primer intento (fallido) de venta de artesanías.

Mientras estábamos ahí, se acercó una mujer y nos hizo recomendaciones sobre lugares a dónde ir, y terminó ofreciéndonos una casa que cuidaba para pasar la noche. Desestimamos su invitación porque ya teníamos otro lugar donde dormir; nos recibieron los amigos de Posada Rancho Prado.

LECCIONES DEL DÍA
> Siempre hay alguien dispuesto a ayudarte

Día 4 – Gran día gran

Después de desayunar nos fuimos hacia Puesto Ferreyra, aprovechamos para correr un poco. Durante toda la subida, nos la pasamos hablando de los vídeos que íbamos a hacer a la vuelta con el drone mientras bajábamos corriendo. ¿Y sabes qué? Me había llamado la atención cargué el drone en la mochila, que estaba tan liviano… Dicho y hecho: faltaba algo. Cuando quise usarlo, ¡no tenía la batería! Me la había olvidado cargándola, me quería morir.

Yo pensé que eso iba a ser lo peor del día, pero que errada estaba: lo peor estaba por venir.

Al mediodía seguimos viaje y decidimos parar en Villa de las Rosas porque nos habían escrito unos chicos, que al final nos desencontramos y no los vimos. El tema fue que cuando llegamos, había una feria (de todo: artesanías, comida, ropa, etc), y aprovechamos a almorzar. Cuando estábamos almorzando, sentados en un banco de la plaza, le digo a Santi: “tene cuidado con las llaves de la camioneta, no se te vayan a caer” y por supuesto me miró con cara de “no molestes”.

Cuando terminamos de almorzar, dimos una vuelta por la plaza, compramos unas verduras y luego decidimos ir a tomar un helado. Había pasado una hora, cuando íbamos de regreso al camper:

– Santi: ¿vos tenés la llave de la camioneta?
Caro: no, no la tengo
– Santi: dale, me estás jodiendo*
Caro: no, de verdad te digo, no las tengo

 *Vale aclarar que muchas veces le hago ese chiste porque Santi siempre se olvida de todo y juego a ver cuánto tarda en darse cuenta que le falta algo.

Primer momento de crisis

Caro sentada al lado del camper cuidándolo
Cuidando la camioneta

Empezamos a buscar en la bolsa de las verduras, nada. Nos volvimos a la heladería, nada. Yo fui al lugar donde había comprado el jugo, nada. Santi dio la vuelta a la plaza, nada. Imagínense nuestra desesperación de ir preguntando “¿vieron una llave?” y todos te decían que no.

Así que ahí yo me fui a la camioneta, “a cuidarla”, porque tenía miedo que nos hubieran robado la llave. Cabe aclarar que la llave de la camioneta y la del camper no están en el mismo manojo, y la que faltaba era la de la camioneta. En ese entonces, me subo al camper y digo “voy a buscar el duplicado de la llave”: busco, no la encuentro.

Segundo momento de crisis

Lo llamo a Santi por teléfono:

– Caro: Santi, no encuentro el duplicado ¿dónde está?
– Santi: estaba esperando que me preguntes eso… está en la camioneta

Si ya lo quería matar antes por haberse olvidado las llaves en la plaza, imaginate cuando me dijo eso. Le corté el teléfono para no mandarlo al otro lado del mundo. 

La realidad es que con todo el caos de la mudanza, las llaves habían quedado en la guantera.

Mientras Santi daba doscientas vueltas en la plaza, le preguntaba a medio mundo, iba a la policía (que estaba enfrente de la plaza); yo buscaba en internet una radio para pedirle que diera un aviso por teléfono, como así también analizar cuál era la otra alternativa: romper el vidrio (pero por supuesto que no queríamos llegar a eso).

Hay esperanza

Luego de un largo rato, de tener muy pocas esperanzas, Santi me llama por teléfono y me cuenta que un vendedor le dijo que “el hijo del yerno de fulanito encontró una llave y se la dio a la gente de tránsito”, pero que eso había sido hacía como 3hs (lo cual no nos daban los tiempos).

Fue en busca del oficial de tránsito, todos ellos le dijeron que no habían recibido ninguna llave. Y como esas cosas que pasan de milagro, gracias a un conocido de un conocido de ese vendedor, lograron conseguir un número telefónico.

¿Viste cuando la historia no puede ser más rebuscada? Así. Santi logró contactarse con esa persona y le dijo “tengo una llave negra que dice Maipu y es de Volkswagen”. En ese instante, le volvió el alma al cuerpo. Y al rato le dice “pero estoy en Villa Dolores y me la traje”.

Villa Dolores es una ciudad que queda a 15km aprox desde Villa de las Rosas. Esto parecía no tener fin. Mientras tanto, yo estaba sentada al lado de la camioneta sin saber nada de lo que pasaba, la ansiedad me estaba matando.

Final feliz

Santi con la llave recuperada
Santi junto a Adrián,
quién lo llevó a buscar la llave

Al rato me llama Santi y me dice que el oficial de tránsito se ofreció a llevarlo hasta Villa Dolores. Y así fue, como pudimos recuperar la llave.

Luego de todo el estrés, pudimos continuar viaje hacia las Altas Cumbres, donde dormimos en el medio de la nada, al comienzo del Camino del Peregrino.

Nuestra cena fueron unos fideos con pan viejo recalentado y de postre un café, que como no teníamos azúcar, le echamos lo que sobraba de una bolsa de gomitas dulces, jajaja. Nuestra reflexión del día fue que estábamos muy felices de estar ahí.

LECCIONES DEL DÍA
> Antes de salir a hacer algún trekking/excursión, corroborá que lleves tu electrónica con batería y que esté cargada
> Si tu pareja es como Santi, encárgate vos de llevar las llaves o atáselas al cuerpo, jajaja.
> Más importante: no dejes el duplicado dentro del vehículo.
>Siempre va a haber alguien dispuesto a ayudarte

Día 5 – Recuperando la paz

Después de desayunar, nos fuimos al Parque Nacional Quebrada del Condorito, donde hicimos la excursión al Balcón Norte.

Más tarde, nos fuimos a pasar el finde a Potrero de Garay. Esa noche, frente al Dique Los Molinos, disfrutamos de un rico asado con vino (por supuesto -somos fánaticos del vino), a la luz de las velas, mientras estrenábamos la parrilla y el toldo.

Día 6 – Día de pesca

Nos levantamos, aprovechamos a correr al lado del lago. Luego estrenamos también el duchador exterior, porque el clima nos permitía bañarnos afuera.

Ya desde el día anterior, a Santi se le hacía agua la boca por pescar, porque había muchos pescadores en el lugar. El problema era que no tenía anzuelos. Pero, como todo se termina dando, uno de ellos le regaló un par.

Gracias a eso pudo disfrutar de su tarde intentando pescar. Pero fue un intento fallido, porque había tantas piedras en el lago, que la carnada se enganchaba entre las piedras y había que cortarla.

Vivir en el camper: día de pesca
Pescando en Potrero de Garay

Nos habíamos quedado sin agua, así que teníamos que ir al pueblito a buscar. En cada lugar que preguntábamos, nos decían que no tenían (porque sacaban de pozo); hasta que por suerte, encontramos una familia que muy amablemente nos pasó la manguera para rellenar el tanque de agua. 

Cabe aclarar, que hacer todo ese recorrido había sido una odisea. Todas las calles son de tierra y había mucho barro y pozos de lluvias anteriores. 

En poniendo en marcha el plan les contaba que lo que más extrañamos es el lavarropas, pero hay otro electrodoméstico que le pelea la punta: el horno.

Dado que no tenemos en el camper, y no quisimos poner uno eléctrico por el consumo, tenemos un parrigas (es una especie de parrilla que se usa sobre la hornalla). 

Para calentar algo funciona fantástico, pero para hacer una tarta… complicado. Siempre digo que Santi cocina MUY rico, pero esa noche hizo la peor tarta de la historia: lo que no se quemó, quedó crudo (demás está decir que la comimos igual 😂). 

Nos fuimos a dormir mientras ya se había largado a llover. 

LECCIONES DEL DÍA
> Siempre va a haber alguien dispuesto a ayudarte

Dia 7 – Lluvia torrencial

Nos levantamos y no había parado de llover. Yo, que soy muy respetuosa con el agua, había dormido muy mal, porque me preocupaba salir de ahí, el nivel de agua del lago, etc.. Sí, soy exagerada a veces, pero al agua le tengo mucho respeto. 

El miedo que teníamos de no poder salir (como les dije anteriormente las calles ya eran barro puro el día anterior, imaginate ahora). 

Por suerte, como siempre, la camioneta se la re bancó y nos fuimos hasta la salida del pueblo. Estacionamos frente a un local, donde compramos algo para desayunar, y después del tremendo diluvio; partimos para Córdoba. 

Unos amigos nos esperaban en Córdoba para comer un asadazo, y que además nos hicieron un regalo de despedida laboral: la olla de guisa, que tanto deseaba Santi para cocinar afuera. 

Por la tarde, seguimos viaje hacia Jesús María, donde teníamos planeado estar toda la semana por el Festival Nacional de Doma y Folklore


Si querés ver el recorrido en el mapa, podes mirar desde el día 1 al día 7 de nuestro viaje. Te muestra recorrido, algunos datos y fotos.


De esta manera, con todas las anécdotas y lecciones, finalizaba nuestra primera semana de viaje. 

Teníamos mucho por delante para vivir y por aprender, pero sin dudas que con la enseñanza que más nos quedábamos, era respecto a la bondad y las ganas de ayudar de las personas.

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